Vinos Divertidos : Colección Vintage
Las fundaciones monásticas han constituido un elemento clave en la historia de Aragón como aglutinadoras de la espiritualidad y por su control de la actividad económica de su entorno. Los monarcas aragoneses, especialmente en época medieval, hicieron de los monasterios instrumentos políticos, como enclaves fronterizos contra el enemigo, como activadores de la repoblación o como soluciones personales a problemas de dote o sucesión dinástica.
Reunieron por lo general extensos patrimonios, en muchos casos donados a cambio de la garantía de salvación del alma.
Los orígenes monásticos en Aragón se remontan a la época visigoda y sobre todo carolingia. La invasión musulmana paralizó en parte su actividad, sobre todo con las incursiones de Almanzor en el siglo X, pero con los avances sucesivos de los cristianos, los monasterios vuelven a surgir otra vez. En el siglo XI, gracias a la influencia del monacato cluniacense y, posteriormente, a la reforma llevada a cabo por Ramiro I, se gestan la mayor parte de las fundaciones.
Monumentalmente pueden citarse entre los más antiguo el de San Pedro de Siresa, con un posible bloque occidental de tradición postcarolingia, y el de San Juan de la Peña, con restos arquitectónicos mozárabes, aunque en ambos casos los conjuntos se completen fundamentalmente en estilo románico.
En Aragón, la arquitectura monástica, con la completa estructura de sus dependencias organizadas en torno al claustro central, no alcanza su expresión completa hasta la introdución de los cistercienses, con los importantes monasterios masculinos de Veruela, Piedra y Rueda, o femeninos, como el de Sigena, fundado en 1188.
Las cartujas, por último, no se introducen en Aragón hasta la Edad Moderna.
Aragón (información general)
Aragón está situado en el cuadrante nororiental de la Península Ibérica. Lo forman las provincias de Huesca, Teruel y Zaragoza. Ocupa unos 47.000 Km2. Por su centro discurre el río Ebro, dando forma a su extenso valle, que ocupa aproximadamente la mitad de su superficie, quedando al norte la cordillera Pirenaica, y al sur la Ibérica. Tiene un clima continental soleado, más húmedo en las zonas montañosas de norte y sur.
La gastronomía aragonesa es muy rica y variada: sopas, carnes, legumbres y soberbias frutas y verduras en las zonas de huerta. El baile típico es la “jota”, de fama mundial.
En 1886, declarado Monumento Nacional. Visitable en horas de culto.
En el lugar que ocupa San Pedro el Viejo, hoy iglesia parroquial, debió existir durante la dominación romana un templo pagano. Es una de las iglesias más antiguas de España. Existía ya seguramente en la época visigótica, y después, bajo la dominación árabe, los cristianos mantenían su culto mozárabe en este recinto.
La fundación de este monasterio benedictino tuvo lugar a finales del siglo XI. El actual templo es románico de principios del siglo XII. En él habitó el rey aragonés Ramiro II el Monje durante su vida monacal.
La puerta principal es del más puro estilo románico del siglo XII. Su interior consta de tres naves y un crucero, con tres ábsides, conservándose restos de pinturas del siglo XIII. Es de destacar la rica sillería gótica del coro (1506). Su claustro es uno de los más hermosos ejemplares del románico español (siglo XII). Muy interesantes son las esculturas del tímpano de la Epifanía, y de gran valor artístico y curiosidad de sepulcros de los siglos XII al XIV. Aquí están enterrados los reyes aragoneses Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje. Además del monasterio de San Pedro el Viejo se pueden visitar en Huesca la catedral gótica (siglos XIII-XIV); el Museo Provincial; la iglesia de San Miguel -llamada popularmente “Las Miguelas”-, con torre románica; Santa María de Fuera, románica; Santo Domingo, barroca; San Lorenzo, barroca.
Huesca ofrece al visitante toda clase de servicios y diversiones y en sus alrededores hay numerosos lugares de interés para realizar excursiones.
Hay un guía permanente para la colegiata y el Museo, ambos visitables.
El casco urbano nos hace retroceder a la Edad Media, con sus calles estrechas y empedradas. Y la colegiata (Monumento Nacional), de origen islámico, se eleva sobre un rocoso cerro. Fue monasterio benedictino y sus orígenes se remontan al siglo XI. Son de este época la Torre del Vigía, algunos tramos de muralla, el torreón más elevado y algún fragmento de la iglesia románica integrado en el claustro del siglo XIV. Destacan los capiteles de la escuela de San Juan de la Peña (siglo XII).
En el siglo XVI, el arquitecto Juan de Seguro construyó la colosal colegiata de Santa María, compuesta de una nave y ábside poligonal, con bóvedas de crucería estrellada. Es importante el retablo mayor y un Cristo románico del siglo XIII, considerado pieza única. Desde el claustro se accede al Museo de Arte Sacro, con piezas que van del siglo XII al XV.
Desde allí se pueden realizar excursiones a pie hasta el fondo del río Vero. En esta zona se pueden encontrar numerosas cuevas con pinturas rupestres, la mayoría de la Edad de Bronce.
Alquézar es centro de la comarca de la Sierra de Guara, que ha sido declarada recientemente parque con la denominación de Parque de la Sierra y de los Cañones de Guara.
El monasterio se encuentra en Villanueva de Sigena (Huesca), y es Monumento Nacional. Es visitable parcialmente con acompañante; consultar horario en el propio monasterio.
Solemne y descomunal monasterio femenino, el más importante de su época en Aragón, fue fundado por la reina Doña Sancha, esposa de Alfonso II.
Se inició su construcción a finales del siglo XII, acogiéndose a la orden de San Juan de Jerusalén.
Además de las religiosas, había un grupo de frailes encargados de realizar los cultos y tareas administrativas, aunque estaban supeditados a la autoridad de la priora.
El monasterio es una obra románica, con algunas partes transicionales al gótico. Consta de iglesia, claustro y dependencias, más el palacio prioral. La iglesia tiene planta de cruz latina con una nave, crucero con sorprendente cúpula y ábsides con bóvedas de horno. Destacan en su exterior algunas decoraciones en las ventanas y la impresionante portada, compuesta por catorce arquivoltas en degradación.
La sala capitular -arruinada en la Guerra Civil, como el resto del monasterio- estaba decorada con los más bellos frescos del románico avanzado español (hacia 1220) y cubierta por un magnífico artesonado mudéjar, destruido por el fuego. Los restos de estas pinturas se conservan en el Museo de Arte de Cataluña, en Barcelona.
Tras años de abandono, recientemente se ha reanudado la vida monástica.
Cerca de Sigena, se puede visitar Sena, con numerosos yacimientos arqueológicos, y Sariñena, con una laguna donde anidan aves migratorias.
A 9 kilómetros al sur, cerca de Lanaja, está la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, monumental edificio barroco de 1731, decorada con pinturas murales de Manuel Bayeu.
El viejo monasterio de San Pedro es un edificio románico, construido en 1082 a raíz de una supuesta reforma agustiniana de la abadía carolingia fundada en el siglo IX. Sólo se conserva la iglesia. Esta presenta planta de cruz latina. Tiene un profundo ábside semicircular y abovedado, crucero de tres tramos. En su impresionante austeridad arquitectónica sólo se advierten dos elementos decorativos: el cordón achaflanado y los arcos ciegos. Y es Monumento Nacional.
Se llevó a cabo una restauración en el siglo XIII. La diferencia entre la fábrica primitiva y la obra de restauración está perfectamente señalada: en la primera, se empleó piedra caliza en hilada bien dispuestas, mientras que la segunda es de mampostería y tosca. Se conservan algunas tablas góticas.
A 15 kilómetros de Siresa se encuentra la Selva de Oza, lugar ideal para realizar excursiones en medio de un majestuoso paisaje de montaña. Es Oza hay un camping con habitaciones, refugio de montañeros y bar restaurante donde degustar platos del lugar. Desde allí se llega a lugares como la Boca del infierno, Guarrinza o Aguas Tuercas, de incomparable belleza.
Encontramos dos monasterios (Monumento Nacional ambos): el alto, barroco, del siglo XVII, y el monasterio románico, excavado en roca viva y fundado en el siglo IX por los benedictinos.
El lugar en sí mismo es espectacular. La planta del monasterio, por su antigüedad y su extraordinario alojamiento al lado de la montaña, es única. Se compone de dos plantas. La planta baja, que es parcialmente subterránea, se cree que fu construida en tiempos del rey Sancho Garcés alrededor del 922. En ella encontramos una iglesia mozárabe que conserva frescos románicos y la sala denominada “de Concilios”. La planta superior contiene el panteón de los nobles (del siglo XI al XIV), la iglesia alta, de una nave terminada en tres ábsides. La roca sirve de tejado en parte de la nave. En la pared norte encontramos el panteón real en el que fueron enterrados los reyes de Aragón y Navarra durante quinientos años. La decoración actual data del siglo XVIII.
Tras franquear una puerta mozárabe se accede al claustro románico del siglo XII, arrinconado entre el precipicio y la roca, que le sirve de tejado. Consta de dos galerías con capiteles historiados y una tercera en peor estado de conservación.
Tras varios incendios, se decidió construir un nuevo monasterio en la planicie alta, obra de finales del XVII e inicios del XVIII en la que destacan sus recargas y barrocas portadas. Es un buen lugar para comer al aire libre o en el restaurante instalado en las antiguas dependencias. Es recomendable -tras un corto y agradable paseo- asomarse al llamado “Balcón de los Pirineos”, desde donde hay una vista de los picos más altos de los Pirineos Centrales.
Cerca están también Botaya, Alastuey y Binacua, con iglesias románicas del siglo XII.
Fundada en 1564 por don Fernando, nieto del Rey Católico, y restaurada en 1800, es de estilo renacentista del tipo monástico amurallado con tapial de ladrillo. Destaca su iglesia de estilo gótico, fechable en el siglo XVI. Es de una sola nave, con planta de cruz latina, característica del gótico tardío, con bóveda tabicada de crucería estrellada. El crucero y el ábside están cubiertos por cerámicas. Es espléndida la sillería del coro, con 96 sillas de nogal (1902-1903). Impresionante portada barroca.
En la iglesia de Aula Dei se conservan siete pinturas murales de Goya realizadas en su juventud: El Pórtico de San Joaquín y Santa Ana, Nacimiento de la Virgen, Desposorios, Visitación, Circuncisión, Epifanía y Presentación en el Templo. Estas obras se completaron con otros siete lienzos del francés Jean Bardín a principios de este siglo.
Es también interesante el claustro de los siglos XVI y XVII, con bóvedas de crucería estrellada, desde donde se pasa a las distintas celdas y restantes capillas, la biblioteca, que posee un rico fondo procedente de los monasterios franceses de Vallbonne y Vauclair, y el refectorio.
Tras visitar la cartuja, podemos regresar a Zaragoza, antigua residencia de los reyes aragoneses y ahora capital de la Comunidad Autónoma de Aragón y sede de un arzobispado. Posee, además, una gran universidad. Está situada a orillas del Ebro y es desde tiempo inmemorial el principal núcleo de comunicaciones del norte de España. Tiene monumentos romanos, musulmanes, medievales, renacentistas, barrocos, neoclásicos y contemporáneos de gran importancia. Es la única capital española con dos catedrales: La Seo y la basílica de Nuestra Señora del Pilar. Es recomendable un paseo por su casco viejo. En sus museos podemos admirar los objetos que se han ido acumulando a través de su historia. Destacan el Museo Provincial, Museo Camón Aznar, Museo Pablo Gargallo, Museo de Tapices y Museo Pilarista.
A 118 kilómetros de Zaragoza, dirección Madrid. En Calatayud se toma el desvío a Nuévalos por la C-202. Unos dos kilómetros separan Nuévalos del monasterio, y durante todo este trayecto encontramos gran cantidad de hostales y restaurantes. Declarado Monumento Nacional.
El monasterio de Piedra está situado en uno de los parajes más atrayentes de Aragón, en el Sistema Ibérico, por donde discurre el río Piedra, cuyos desniveles forman impresionantes cascadas. Contrasta la exuberante vegetación de la zona con el paisaje que la rodea, mucho más sobrio. Declarado como Paraje Pintoresco desde 1945.
El monasterio fue fundado por los monjes del Cister en 1195 y abandonado en 1835 tras la Desamortización de Mendizábal. Más tarde fue adquirido por la familia Muntadas, que transformaron parte de las instalaciones del monasterio en hotel y acondicionaron el entorno natural en el que se encuentra como parque apto para las visitas turísticas.
Los edificios monásticos se construyeron en tres etapas: la primitiva (siglo XIII), de estilo gótico primitivo; la gótica-renacentista (siglo XVI), y la clasicista barroca (siglos XVII-XVIII).
El conjunto del monasterio estaba amurallado y se accedía a él por la Torre del Homenaje, obra bajomedieval del planta cuadrada con matacanes y terminación almenada.
La iglesia, hoy en ruinas, comunicaba con el claustro abierto con grandes arcos apuntados al que daban las distintas dependencias monásticas: el refectorio (gótico), la sala capitular (cisterciense), la cocina.
Destaca la monumental escalera alojada en una inmensa nave cubierta por bóvedas estrelladas. El edificio del siglo XVII que alojaba las celdas, aloja hoy habitaciones del hotel. Hay que destacar también el palacio abacial nuevo del siglo XVIII, de estilo neoclásico, junto al antiguo con columnas románicas reutilizadas.
No dejar de ver el parque natural, que rodea al monasterio, formado por una sucesión de cascadas, cuevas y lagos entre grandes extensiones de bosques. Es un buen lugar para pasar el día al aire libre disfrutando de la naturaleza.
Una piscifactoría de truchas y la Fuente de la Salud, recomendable para afecciones digestivas, complementan el conjunto.
A 74 kilómetros de Zaragoza por la carretera de Castellón. Pasado Quinto de Ebro, 1 20 kilómetros, sale una carretera secundaria a la izquierda a Escatrón.
Al otro lado del río Ebro, accesible tradicionalmente por una barca y por un puente desde hace poco tiempo, en un bello paraje de huerta, se encuentra el deshabitada monasterio cisterciense de Rueda (Monumento Nacional). Es el principal monumento de toda la comarca bajoaragonesa y conserva extraordinariamente bien la primitiva organización y estructura del siglo XIII, siguiendo fielmente los patrones cistercienses.
Afectado por la Desamortización de 1835, cayó en el estado de total abandono en el que ha permanecido hasta la actualidad, salvo algunas restauraciones en su iglesia.
Fue fundado en 1184 por Alfonso II de Aragón y habitado por los monjes cistercienses hacia 1202. Se aprecian dos fases de edificación en este conjunto monástico: los edificios primitivos, protogóticos (siglo XIII), y el resto de las edificaciones, de 1600.
Atravesando un gran arco nos encontramos en una gran plaza, la plaza de San Pedro. A la derecha, el palacio abacial (1600), con largas galerías de arcos semicirculares. A la izquierda hay un edificio con sobrios balcones y el escudo de Aragón. La fachada del primitivo monasterio ocupa todo el fondo de la plaza. De piedra de sillar y con un campanario octogonal de ladrillo con tracería mudéjar. La iglesia, a la izquierda, restaurada hace muy pocos años, tiene tres naves con bóvedas de crucería y se comunica con un bellísimo claustro construido entre los siglos XIII y XIV. En una de las alas, un templete octogonal servía de lavabo, frente al refectorio, espléndida sala con bóveda de cañón apuntado con una majestuosa escalera de subida al púlpito. A ambos lados del refectorio se encuentran la cocina y la escalera del subida el piso superior, que es un añadido piso superior, el dormitorio, con vigas de madera.
En la huerta se conservan dos edificaciones primitivas: la bodega y los restos de la rueda o noria que probablemente dio su nombre al monasterio.
La Diputación General de Aragón está acometiendo la difícil y costosa tarea de la restauración integral de las dependencias y edificios del monasterio, así como de su entorno.
El monasterio de Veruela se encuentra situado en una de las zonas más bellas de la provincia: el Moncayo. Es uno de los monasterios cistercienses más importantes, abandonado con la Desamortización de Mendizábal (1835) y en la actualidad en fase de restauración por parte de la Diputación de Zaragoza, que lo está destinando a usos culturales: conciertos, exposiciones, etc.
Fue fundado en 1145, iniciándose su construcción pocos años después. En todos los monasterios cistercienses, los planteamientos generales de ordenación del recinto fueron prácticamente los mismos. Veruela no fue una excepción.
Franqueada su muralla por una imponente puerta bajomedieval, se llega a un paseo con árboles que nos conduce a la iglesia, de grandes dimensiones, en la que destaca la puerta con arquivoltas que descansan sobre capiteles decorados con motivos vegetales, y geométricos entrelazados (Típico de la regla cisterciense). En el interior encontramos tres naves con bóvedas de crucería. Una puerta comunica la iglesia con el claustro -gótico en su planta baja-, con grandes ventanales de arcos apuntados y decorados con tracerías. Unos de sus lados estaba destinado a la lectura, concretamente el paralelo a la iglesia, llamado también Claustro de la Colación o de las Completas. Era el lugar donde acudían al atardecer los religiosos a escuchar la lectura antes del oficio de completas.
Al claustro se abren las distintas dependencias, como la sobria sala capitular, con una bella portada formada por arcos con finas columnas que soportan las bóvedas de crucería. Podemos ver algunas tumbas, algunas decoradas con pinturas murales francogóticas. El lavatorio, de estilo gótico. El refectorio, del siglo XVI, y el “Scriptorio”.
En el siglo XVI se construyó una galería plateresca sobre el primitivo claustro, decorada con motivos vegetales grotescos y medallones con figuras humanas. En la actualidad es sede del Museo de Arte Contemporáneo de Aragón.
La comunidad cisterciense habitó en Veruela hasta la Desamortización (1835). En 1864 residió aquí el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, escribiendo sus famosas Cartas desde mi celda. Hasta 1973 fue ocupado por los jesuitas, y en 1976 la Diputación de Zaragoza fue encargada del usufructo y conservación del edificio.
No pasar por alto la excelente repostería de Vera del Moncayo, con deliciosos mantecados y magdalenas. Al lado del monasterio hay también un bar-restaurante donde se pueden comer unas típicas migas o costillas asadas y degustar los vinos de la zona del Somontano. No lejos se encuentra Trasmoz con un castillo donde las brujas celebran sus aquelarres.
El Moncayo, Parque Natural, es también un lugar para disfrutar en plena naturaleza, donde los aficionados al montañismo pueden llegar hasta sus cumbres con nieves casi perpetuas.
Ubicado en el valle del Olivar, a 4 km de Estercuel; a 60 Km de Alcañiz por la carretera de Tarragona a Alcolea del Pinar; a 140 Km. de Zaragoza, y a 120 Km. de Teruel. En un paraje rodeado de árboles y a orillas del río Escuriza.
En el actual edificio se distinguen dos elementos bien diferenciados: la iglesia y el convento, constituyendo ambos un conjunto rectangular de aspecto herreriano. Monumento Nacional.
En el siglo XIII, Don Gil de Atrosillo mandó edificar la primera ermita habitada por frailes redentores de la orden de la Merced. La primitiva ermita pronto se convirtió en iglesia gótica, que sobrevivió hasta el siglo XVI, en que se introdujeron modificaciones de estilo mudéjar, gótico aragonés y renacentista. La obra se concluyó en el siglo XVII.
La iglesia es de una sola nave con dos capillas a cada lado. La imagen de Santa María del Olivar preside el ábside. La imagen original fue destruida durante la Guerra Civil. Se hizo una reproducción de ésta y su rostro es obra de Pablo Serrano.
El convento primitivo data del siglo XIV, pero de esta época sólo ha llegado hasta nosotros el pozo cilíndrico del patio central. El convento actual se construyó en el siglo XVII. De planta cuadrada, fue adosado a la pared sur de la iglesia. Consta de dos claustros (el bajo y el alto) y de un pequeño patio interior descubierto. Al claustro bajo dan algunas dependencias monacales: la portería, la majestuosa escalera que sube al claustro alto, la biblioteca, la sala “de Profundos” y el refectorio. En el claustro alto se encuentran las celdas de los religiosos. En el patio interior se tabicaron las doce grandes ventanas ajimezanas, error que va a ser reparado sustituyendo los muros que las cubren por cristaleras.
Tirso de Molina pasó seis meses de retiro en el monasterio del Olivar y durante su estancia escribió seis comedias sobre temas exclusivamente aragoneses: Los Amantes de Teruel y El condenado por desconfiado.
Se está llevando a cabo en este monasterio una importante obra de restauración.
En sus alrededores se pueden visitar: - La Ermita del Pastor: Lugar que recuerda la aparición de la Virgen del Olivar a un pastor. - El Pilón del Pastor: A 50 metros hacia el suroeste. Este pilón conmemora el lugar desde el que el pastor distinguió a la Virgen. - La Nevera: Al otro lado del río. Sus orígenes se remontan al siglo XV. Se trata de una construcción con una cúpula donde los religiosos almacenaban durante el invierno capas de nieve apisonada con paja para disponer de hielo el resto del año. - Yacimientos de fósiles del “Barranco del Agua”: A unos 3 kilómetros del monasterio por el camino de Oliete. - Vestigios visigóticos: A unos 5 kilómetros del monasterio se conservan unos enterramientos visigóticos.
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1875 Alfonso VI, dirige desde Zaragoza la campaña contra las tropas carlistas.
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